Hoy me pregunto si no ocurrirá algo parecido con los diplomáticos. Tienen que hacer de tripas corazón y relacionarse con individuos de dudosa calidad moral que, desgraciadamente para la civilización, han alcanzado el poder. Es precisamente ese poder, que ejercen con absoluto desprecio hacia aquellos a los que gobiernan, el que los convierte en valiosos interlocutores. Porque los países que dominan son su negocio, su particular empresa. Con ellos negocian y se hacen ricos, sin importarles el futuro del pueblo que vive junto a los recursos de los que se aprovechan.
Y la llamada sociedad occidental, de claros valores en el papel y tan oscuras estrategias en la realidad, buscan tratos ventajosos para sus economías. Negocian con los opresores, sin atender a la trágica naturaleza de sus ganancias. Es papel para los diplomáticos, que sonríen frente a los verdugos y miran a otro lado frente a las víctimas. Todo depende de lo que los poderosos puedan ofrecer o, en el caso contrario, se nieguen a dar.
¿Qué pasa con la gente de Birmania?. ¿Dónde están ahora los salvadores de patrias que invadieron Irak para liberar a un pueblo de la tiranía?. ¿O es que para ser salvados de la opresión los birmanos necesitarían tener petróleo que ofrecer?.
*Ilustración de Julio Castrejón
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