Vuelvo completamente destrozado de la capital del Sur. De esa ciudad llena de historia que, en nuestro caso, sí ha tenido un color especial: el del Sol de la cuasi primavera que viven allí.
Imagínaos como he sufrido el cambio a la vuelta, al llegar a Mordor, que es el apelativo 'cariñoso' que le doy a Zaragoza en estos días neblinosos en los que la humedad te cala los huesos y el sol solo se percibe.
Ha sido una vuelta larga porque nuestro piloto de RyanAir, tocayo mío, no se ha atrevido (y nosotros lo hemos agradecido) a aterrizar en el aeropuerto de Zaragoza. Así que parada en Reus y llegada hasta la capital maña en bus. Y mientras yo roncando a pierna suelta después de haber dormido apenas una hora y media en nuestro apartamento sevillano.
Nada de lo que pretendía ver me ha sorprendido en Sevilla. Más bien ha confirmado mis buenas expectativas (me falta Itálica). Lo que si nos ha parecido diferente a cómo nos lo habíamos planteado es la fiesta. Porque, no se la razón, por aquí parece que en el sur la fiesta tiene que ser mayor que en el norte. Pero no, más tranquilidad en los bares, horarios muy restrictivos y mucho rollo discoteca... En este aspecto nos ha parecido poco. ¡Y mira que lo hemos intentao!.
Pero bueno, lo que hemos salido lo hemos disfrutao!. Ahora a preparar el siguiente viaje, que será de los gordos... Y a remontar el cansancio que me ha dejao este viaje... Que para mi los días de vacaciones pocas veces se traducen en descanso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario