martes, 21 de junio de 2016

90 minuti o la necesaria apuesta por la diferenciación


Real Madrid TV, uno de los nuevos canales en abierto que llegaron hace unos meses a la TDT, ha estrenado el programa 90 minuti. Presentado por el cómico zaragozano y muy madridista Miki Nadal, es un magacine de humor a través del análisis crítico de todo lo que se escribe y lo que se dice sobre el club merengue. Un estilo similar al de El intermedio o Zapeando a cargo de la misma productora que los creó, Globomedia.  


La nueva apuesta de Real Madrid TV pasa por el humor.


90 minuti es un ejemplo de como los llamados canales “nicho”, los que responden a una forma “más especializada” de ver televisión, amplían su oferta de producción propia. Esto no sólo supone más trabajo para periodistas, guionistas y técnicos, sino que fortalece a las marcas y las distingue respecto a sus competidoras. 

Y es que algunos de los canales que se pueden ver hoy en día en la TDT en abierto corren el riesgo cierto de mimetizarse entre una amalgama de ofertas similares o, al menos, poco diferenciadoras. Y todo por la apuesta decidida y masiva por los factuales norteamericanos como base de su programación. 

Estos factuales aparecen en forma de buscadores de casas, compradores de trajes, analistas de decoraciones varias, descubridores de tesoros, creadores de tartas, supervivientes vestidos o desnudos o cazadores de todo tipo de bichos... Y aunque son formatos diferentes, sus características comunes pueden causar cierta confusión entre canales. 


DKiss es uno de los canales que apuestan casi totalmente por el factual.


Porque... ¿somos capaces de distinguir, sin ser seguidores apasionados de alguno de ellos, los canales donde se emiten las distintas ofertas de este tipo? Mi experiencia me dice que, generalmente, nos enganchamos a estos productos tras descartar otras opciones. Y sólo unos pocos tienen los elementos suficientes como para atraer a un público significativo. 

Para los canales 
nicho la producción propia se convierte en una necesidad para distinguirse. Discovery Max apostó por dos nombres propios de peso, Frank "de la Jungla" Cuesta y el reportero David Beriain, para diferenciar su oferta creando eventos propios. A ellos se engancha con éxito luego el resto de la programación. Un canal exclusivo de cine como es Paramount ha optado por emitir pequeñas piezas de humor con Berto Romero o series evento como La caza para diferenciarse. 


Frank Cuesta es imagen de marca de Discovery Max.












Otros canales están intentando maniobras parecidas con mejor o peor fortuna. Porque lo cierto es que ofertas como Real Madrid TV sólo tendrán repercusión mediática con apuestas como la de 90 minuti, porque las redifusiones de partidos o los entrenamientos no tienen potencial para diferenciar.


Creo que tanto Ten como DKiss, las apuestas televisivas de grandes grupos de comunicación, deberían encontrar también esos banderines de enganche que creen un efecto llamada. No estoy seguro de que con su apuesta casi total por productos foráneos de calidad media consigan la visibilidad que necesitan.

Las cadenas de cable norteamericanas ya se dieron cuenta hace tiempo de que, junto a la programación de bajo coste en tira diaria, necesitaban grandes productos de impacto que les ofrecieran visibilidad extra. Así nacieron las grandes series de HBO, en un camino que han seguido todas sus competidoras. ¿Tomarán nota las nuevas cadenas españolas?


Los Soprano dieron visibilidad a HBO en todo el mundo.

miércoles, 15 de junio de 2016

Dinero llama audiencia y bien lo sabe Boom



Hoy por hoy es muy difícil sorprenderse en los concursos televisivos. Nos han acostumbrado a recibir un aviso antes de entregar un gran premio. Así que, mientras no se anuncie en los informativos o en las revistas, podemos estar seguros de que nadie se va a llevar el Rosco. Digo el Rosco porque, hasta ahora, sólo en la fase final de Pasapalabra de Telecinco habíamos visto conseguir botes millonarios. 


Ella se llevo un buen premio. Es muy lista.



Pero la semana pasada otro programa concurso se quedó con el récord del premio gordo. Su competencia directa, el concurso Boom de Antena 3, entregó 2,3 millones de euros, el mayor premio de la historia que marea con solo escribirlo. No sólo eso: aquella misma tarde, y como todos estábamos avisados a través de todos los medios posibles, el programa también se quedó con la mayor parte de la audiencia. 


Boom es un concurso intenso con alguna gracia en plan sucio.


Boom ha estado siempre, desde el día de su estreno, a la sombra del veterano Pasapalabra. Pero el día en el que iba a batir el récord de generosidad, esta competición que mezcla las típicas preguntas y respuestas con el suspense y la gracia de manchar a la gente (muy Humor amarillo y siempre una buena estrategia para captar audiencia), también alcanzó el récord de televidentes. El de Antena 3 fue la primera opción de la tarde, superando el 20% de cuota de pantalla que siempre merodea el programa de Telecinco. Suponía saltar cinco puntos de audiencia por encima de lo habitual.  


Los ganadores eran jóvenes majos, casi yernos ideales.


Claro, por eso avisan. Quizás deberían entregar más premios, porque la audiencia demuestra ser féliz viendo ganar dinero. Felicidad o puro morbo, lo que sea. Lo que está claro es que cuando sabemos que se va a ver mucha pasta, los telespectadores acudimos como moscas. Quizá es sólo por la fiesta que esperamos o porque nos sentimos como la madre satisfecha con sus chicos. Será por el cariño que se le coge a concursantes que llevan mucho tiempo en la tele, que al final se convierten en parte de la familia. 67 programas llevaban los cuatro ganadores de Boom. 

martes, 7 de junio de 2016

26J. Quiero gobernar: los niños como espectáculo



¿Es lícito utilizar la inocencia de los niños para buscar audiencia? ¿Se les puede pedir que se conviertan en protagonistas de un espectáculo? Y, ahondando en el asunto, ¿se pueden involucrar en asuntos aparentemente de adultos como es la confrontación política? Estas preguntas han surgido a raíz de la emisión del programa 26J. Quiero gobernar en Telecinco, en el que unos niños entablan una conversación/entrevista con los principales candidatos a la presidencia del Gobierno. 


Albert Rivera con su pequeño "mini yo" en 26J. Quiero Gobernar


El programa, dicho sea de paso, tiene cierta apariencia de poco desarrollo, con formato plano y sencillo y decorado de ir por casa. Parece que se apuesta casi todo a la personalidad y las ocurrencias de unos chavales que son, claramente, fruto de un elaborado casting. Conforman un grupo en el que caben distintas edades y niveles de conocimientos, que busca el contraste y el dinamismo. Ahí nunca faltan los que demuestran tener amplios conocimientos de la política, en algún caso cerca del nivel propio del "frikismo". 


El niño de la camisa blanca se postuló para presidente del Gobierno.


Los perfiles de niños sabiondos, casi repelentes, dan mucho juego. Acercan a cualquier programa a la fórmula del concurso de talentos, en este caso de la política. Son niños que aseguran titulares con los comentarios y preguntas, pero rebajan el nivel de frescura y espontaneidad propio de los niños "más habituales". Estos últimos, los que aún no se preocupan demasiado sobre el juego de escaños, tienen un papel de "graciosos" relacionado directamente con la ignorancia.

Generalmente hemos visto a los más pequeños pisando los estudios de televisión para disfrutar del espectáculo que se les propone, en plan público, o para mostrar al mundo alguno de sus dones, en plan concurso de talentos. En uno y otro formato no dejan de ser niños. Pero en 26J. Quiero gobernar se les otorga el papel de periodistas/comentaristas para hablar de lo que, generalmente, no entienden. Y, aunque quizá no es así, es inevitable la sensación de que algunas preguntas están pactadas o ensayadas. Por lo tanto se aleja de la naturalidad. 

Pero lo peor es que las inocentes preguntas de los niños dan cobertura a la inevitable propaganda política. Y esto es lo que menos ha gustado a muchos. Porque, al final, ¿quiénes se aprovechan más de los niños? ¿La cadena o los políticos?


viernes, 3 de junio de 2016

Tiempo de Chupitos, el capítulo invisible de El Ministerio del Tiempo



Este pasado lunes vivimos un nuevo fenómeno que da cuenta de la dimensión social alcanzada por la serie de TVE El Ministerio del Tiempo, claro ejemplo de las nuevas relaciones entre la audiencia y la televisión. Un grupo de fans decidieron aliviar la ausencia de su serie favorita comentando en las redes sociales un episodio ficticio al que pusieron el título “Tiempo de chupitos”. Durante la noche, en el tiempo en el que se solía emitir la serie, esta etiqueta se colocó entre las más comentadas en Twitter. 


Algunos de los comentarios en Twitter.


En definitiva, se hizo tendencia lo que nunca existió. Los fans crearon sus propias tramas con mucho humor y pidieron sin cesar una renovación que TVE ya contempla. Y es que, tal como está su presente, la cadena pública debería pensar en un futuro que, sin duda, pasa más por experiencias como El Ministerio del Tiempo que por proyectos como El hombre de tu vida, por ejemplo. 

La de José Mota es una serie digna en cuanto al guión e interpretaciones, pero parece antigua tanto en la concepción de las tramas como en la definición de las imágenes. La serie creada por los hermanos Olivares es todo lo contrario, de concepción "enrevesada" (para lo habitual) y temas profundos (para lo habitual) dirigida a un público exigente y con una realización y desarrollo de las tramas impresionante, que exprime hasta el último euro de un presupuesto ajustado. 


Ambientación de lujo en cada uno de los episodios de MdT.


Ya sabemos que El Ministerio del Tiempo no es un exitazo en audiencia tradicional, pero tampoco desmerece en el conjunto de los datos de la programación de TVE. Y lo más importante, combina el servicio público con una destacada influencia sobre un sector de la audiencia que la cadena necesita. Un público joven y adaptado a las nuevas tecnologías que se había alejado hace tiempo de las propuestas de la televisión más veterana.

TVE analiza ahora las condiciones de los productores de El Ministerio del Tiempo. Porque, como oí decir a Javier Olivares hace poco, la serie debe volver con ciertas condiciones que no comprometan su calidad ni su desarrollo futuro. El fenómeno de la ficción española de los últimos tiempos merece cierto esfuerzo, ¿no?