Nada más y nada menos que una década ha pasado. Bueno, en realidad en mi caso menos. Porque comencé a ver 'Smallville' aquel verano en que llegó los viernes por la noche a las parrillas de La 1, entonces La Primera. Y supongo, estoy seguro, que ya hacía un año, sino dos, que la serie que narraba la adolescencia del futuro Superman empezaba a ser un pequeño fenómeno en la televisión de EE.UU.
Cuando comenzó no dejaba de ser una serie de claro propósito juvenil. Con instituto, animadoras y hormonas a raudales que, alrededor del universo del más famoso de los héroes, incluía elementos sobrenaturales que incitaban a la aventura. Pero la cuestión es que era una serie no solo entretenida, con una clara estructura procedimental, sino que además utilizaba la trama lineal del crecimiento de un héroe. La lucha interior entre vivir la vida y responder a la llamada del héroe es uno de los puntos fuertes de estas primeras temporadas.
Es a partir de la cuarta temporada, cuando Lana Lang vuelve de un viaje a París con novio y suegra malvada incluída, cuando las tramas comienzan a serializarse aún más y el contenido comienza a oscurecerse. Al mismo tiempo que la edad de los protagonistas aumenta, también, la profundidad de las historias. Los conflictos son más duros y la muerte acecha. Los personajes comienzan a adquirir roles propios del universo de Superman.
Con el comienzo de la cuarta, tras una segunda lluvia de meteoritos sobre Smallville, cuando comienza la mejor etapa de la serie. Disfruté de lo lindo con las siguientes cuatro temporadas, con la evolución de la relación entre Lex y Clark, a una clara enemistad. Con la cada vez mayor implicación con su futuro de héroe de uno y el paso dado hacia el lado oscuro del otro. Vaya temporadas entonces.
A partir de la octava, con la desaparición de Lex Luthor, llega el bajón. Parecen saber a donde van, pero no aciertan con las tramas de desarrollo. Los nuevos malos no parecen nunca tan malos y tan unidos a la serie como los que ha habido. Chloe ya no será nunca mi Chloe. El acierto está en la Liga de la Justicia. Y ya. La temporada de Zod es muy mala.
Y esta última temporada, la décima, nos ha dejado un agridulce sabor de boca. Con un malo malísimo, Darkseid, que prometía mucho y se ha quedado en nada. Y con tramas destinadas a dejar la historia en el punto en el que tenía que estar, con Clark Kent poniéndose las mallas.
Quizá debería haber acabado antes. Además, dos lástimas:
- tras 10 temporadas sin volar, que lástima que aquello se resuelva tan de repente y tan forzado.
- tras 10 temporadas sin ponerse el traje, que lástima que no se vea bien en ningún momento. Pero es que al parecer Tom Welling había puesto en el contrato que el no se metía en las mallas ni de coña. Y por eso había que sacarlo de lejos...
Pero bueno, todo ha merecido la pena...
¡Larga vida a Smallville!. ¡Hasta siempre!.
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