¡Atención!. ¡Teoría conspirativa!. Alguien o algo, porque ya no se qué es persona y qué corporación, nos quiere hacer creer que las cosas son como son o no pueden ser nada más. En cada mensaje institucional que recibimos, en cada impacto publicitario, en la opinión de la prensa mayoritaria… Todo se analiza desde el prisma único de lo que existe como cosa inmutable, como si un cambio profundo en las estructuras de la actual sociedad no fuera sino el comienzo del fin. Y, sí, posiblemente lo sea. Pero para los que demuestran tanto miedo.
Síntoma o consecuencia de esta intención ha sido el análisis que los gobiernos, los mercados y los grandes medios de comunicación han hecho del resultado de las elecciones italianas. Gritando la palabra “ingobernable” y abogando inmediatamente por nuevas elecciones apenas unas horas después de terminar el recuento negaban el buen juicio de la voluntad popular y se posicionaban en una intención claramente transgresora de la legalidad. No sería la primera vez, ya lo han hecho. Pero ahora había que gritarlo con más fuerza, quizá porque el auténtico ganador es un partido que pide cosas distintas y trabaja con métodos distintos, lo que ya es suficiente para calificarle como “antisistema” con sentido muy peyorativo.
Igual daba que la experiencia (en Sicilia o en Parma, por ejemplo) ya demostrara que el pacto y la negociación era posible con esos “antisistemas”, la consigna era convencer de que no. Y así se vendió y así se consiguió contagiar en muchos medios. Pero afortunadamente, de momento, no ha importado tanta presión. En Italia hay voluntad de diálogo para que lo que triunfe, al final, sea la voluntad popular, que sí es de cinco estrellas.
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