Salgo
de ver la película ‘La ladrona de libros’. Y lo hago nuevamente impresionado
por el horror que supuso el régimen nazi. Porque lo que se ve en el metraje no
es nuevo, pero es imposible dejar de sufrir cada vez que se ejerce la fuerza
del totalitarismo y la sinrazón. En todas las ocasiones en las que se refleja
la xenofobia o el gobierno del terror… La historia nos muestra cómo sufrieron
aquella dictadura los propios alemanes. Además, somos testigos de los hechos
desde la mirada de unos niños. Y es muy interesante verlo todo simplificado.
Compartir análisis sin contaminar, creados sólo por propias experiencias y un
filtro muy claro que no duda al separar lo bueno de lo malo. Casi libera esa
forma sencilla de ver el mundo en un tiempo demasiado complicado.
Una imagen de la película 'La ladrona de libros'. |
Desgraciadamente
crecemos. Y olvidamos que las cosas pueden ser sencillas. Nos sometemos a
valores y condicionantes heredados. Nos envolvemos con banderas o nos marcamos
con símbolos. Y, de algún modo, los situamos entre lo más importante. Incluso
por encima de la propia vida, de nuestra primera condición de personas. De
iguales.
Es
descorazonador ver una película de la II Guerra Mundial en una realidad de
nuevo prebélica. En esta sociedad en la que todo evoluciona, se están
repitiendo los patrones de la Guerra Fría. ¿Se repetirá otra crisis de los
misiles en el caso de Ucrania? El
temor a la guerra no es del todo infundado, dicen. ¿Es que siempre nos
amenazará la sinrazón?
Los soldados sin identificar que comenzaron una nueva 'guerra fría' desde Ucrania. |
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