domingo, 16 de marzo de 2014

De sobremesa

Cuatro estrenó la pasada semana una nueva serie diaria de producción española en sus sobremesas. 'Ciega a citas' parte de una premisa muy interesante, aunque no respondió a mis expectativas iniciales. Yo creía que se podría desarrollar un planteamiento similar al de 'Dates', una estupenda serie británica en la que nos sumergimos en los encuentros de distintas parejas que, a su vez, van tejiendo entre ellas una serie de relaciones muy interesantes. En esta serie el protagonismo lo tiene el encuentro principal y, después, las consecuencias que plantea y el mantenimiento o no de las relaciones iniciadas. En 'Ciega a citas', en cambio, tiene más relevancia el entorno en el que se mueve la protagonista. Así, la potente idea inicial se convierte sólo en la excusa para mostrar un universo de relaciones en la que nos acercamos con las fórmulas del costumbrismo más tópicas de las series que se producen en España.


Imagen promocional de 'Ciega a citas'

Sea con sea, aunque la serie no haya respondido del todo a mis expectativas, la cuestión es que ha llegado con buen pie a las pantallas. En una sola semana se ha establecido con una buena base de espectadores que le dan un excelente resultado de audiencia para la cadena, superando a un cada vez más asentado 'Zapeando' y al extraño caso de 'Entre todos'.

¿Y por qué llamo "extraño caso" al programa de La 1? Pues porque me resulta incomprensible la paciencia que están teniendo los programadores de TVE con un producto que no sólo ya ha provocado un buen número de controversias dañando la imagen de la cadena sino que, además, no consigue despegar en las audiencias, convirtiéndose en la opción más residual. Incluso los 'Grandes documentales' de La 2 han superado en algunas ocasiones al programa de la muy bien pagada Toñi Moreno. 'Ciega a citas', que acaba de llegar, ya está por delante.


'Entre todos' no despega, pero sigue ahí

¿Qué sigue haciendo, pues, 'Entre todos' en la parrilla de La 1? Sólo tiene sentido para los beneficiarios del programa, que extrañamente consiguen más de la sociedad civil que del Estado que les debía proteger, y para el propio equipo y la presentadora, que al parecer cobra una cantidad de dinero indecente. Si lo que se esgrime es la "función social" del programa, habría mucho que decir. Pero no es el momento de ese debate, porque como de lo que estoy hablando es de audiencias debo fijarme en la competencia del equipo de programadores y promoción de TVE. Y en ese departamento creo que se está haciendo una labor pésima, reflejada en una absoluta dejadez por la lucha de la audiencia que, desgraciadamente, no se traduce en una apuesta por la investigación de nuevos formatos y la calidad. Y además, según se está señalando en distintos medios nacionales, ni siquiera se está vigilando el control del déficit, requisito fundamental de la transformación del ente iniciada por el Gobierno socialista hace unos años. Claro que, en este aspecto, todo es un retroceso.

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