miércoles, 11 de junio de 2014

La tele (también) esta cambiando

Hago un pequeño zapeo mientras busco tema para escribir este artículo. Algo que no suponga hablar mal de dirigentes de partidos que, después de negarse para sí mismos el apelativo de ‘casta’, maniobran para impedir que tengan éxito las iniciativas que buscan dar más voz a las bases. Algo que evite preguntarme públicamente qué es lo que hace que los afiliados a ciertos partidos tengan tanto aguante o por qué dejan que les represente cierta gente. 

No pensaba volver en la trampa de la indignación, no de nuevo. Pero acabo de escuchar y ver las perlas que soltó en el programa de tertulianos gritones 'La Sexta noche' un presunto periodista llamado Eduardo Inda (El Mundo) y se me ha hinchado la vena. Tanto que temo escribir en cualquier momento cualquier temeridad que conduzca hasta mi casa a los mismísimos GEO's para ponerme ante uno de los jueces estrella de la Audiencia Nacional. ¿Por qué sigue habiendo tantos que piensan que se puede engañar con discursos falsos a la gente?

Nada tiene que ver el tono de ese programa de La Sexta por la noche, lleno de gritones, con la curiosa tertulia en mesa de madera cuadrada y habitación pequeña que se ha montado Jordi Évole en 'Salvados' para hablar sobre justicia al día siguiente en la misma cadena. El contenido no ayuda a apaciguar la indignación y nunca puedo dejar de preguntarme si la elección de los tertulianos es la ideal para hacer un análisis profundo del tema, pero me resulta muy llamativo ver un programa así, de pocos medios y debate sin ruido, en pleno prime time. 





Lo curioso es que el ejemplo de Jordi Évole no es un "verso suelto". Al mismo tiempo, en Cuatro, me encuentro otra conversación tranquila en un sofá, en el programa 'Viajando con Chester'. ¡Qué interesante es el estilo Risto! De conversación de amigos, con estilo directo y valoración particular. 





Este escenario televisivo era impensable hace apenas unos años, cuando cualquier programa debía tener personajes del corazón contando sus penas, mujeres explosivas con poca ropa o friquis de libro. Va a ser verdad que las cosas están cambiando y que, además, al menos en este caso, alguna es para bien. 



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