sábado, 23 de abril de 2016

En Intereconomía le guardan la silla a Mario Conde



Si se demuestra que Mario Conde ha estado delinquiendo para no devolver a la hacienda pública todo lo que se apropió de Banesto, tardará mucho en volver a su puesto de tertuliano en Intereconomía. Pese a ser delincuente por sentencia, esta cadena ofreció al ex banquero tribuna habitual. En su programa más exitoso, El gato al agua, se convirtió en comentarista rabioso de la actualidad. 

Y en una de sus últimas apariciones defendió que tener dinero en sociedades opacas en el extranjero no era malo en sí mismo.  ¡Qué iba a decir! Además aseguró que en otro tiempo no tener dinero en paraísos fiscales era de "pringaos" y todos sus compañeros de mesa le rieron la gracia.



¡Cómo le reían las gracias sus compañeros de mesa!


Llama la atención que una cadena tan beligerante con investigados y procesados de distintos espectros políticos haya dado voz a un condenado. Sobre todo porque hay compañeros tertulianos que lanzarían sin contemplaciones a la hoguera a otros por motivos y mucho menos graves que los que llevaron a Conde a la cárcel. Debe ser que hay delitos y delitos. Y para los rectores de Intereconomía, robar dinero de todos no debe ser tan malo como poner una bandera de la II República en un balcón, por ejemplo. 

¡Pero si incluso le dejaron la silla libre a Conde la noche que pasó en el calabozo! Con un par de esos mismos, se atrevieron a decir "¿Quiénes somos nosotros para juzgar?". A los suyos, claro. Yo soy de los que creen que se les olvidó añadir la coletilla "a no ser que hablemos de rojos, chavistas, antisistemas, maricones o abortistas".



La sila vacía en honor al compañero encarcelado.


Creo que las televisiones y los programas no pueden desentenderse de lo que dicen sus invitados. Estoy convencido de que también la libertad de expresión tiene límites y ser titular de una tribuna pública debe soportar una serie de responsabilidades. 

La audiencia televisiva está esperando siempre espectáculo y suspira por Arcadis, Indas o programas como El gato al agua. Pero los operadores televisivos tienen la responsabilidad de atender al interés general, reñido siempre con mentiras, insultos y apologías del delito. No todo puede valer en los programas de tertulias. Y la responsabilidad de lo que se dice y quien lo dice no debe ser sólo del sujeto, sino también del propietario del medio en el que encuentra sitio. 

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