lunes, 28 de enero de 2008

Artículo: Recelos

¡Vaya forma de empezar el año para nuestros políticos!. Tocan elecciones y hay que situarse en las listas. Aparecen las familias que hay en los partidos, se intensifican los corrillos, las llamadas nerviosas... Y al final del proceso llegan las decepciones, los enfados, los lloriqueos... Que porque sabemos que la gente que se mete en política lo hace pensando en el interés general que si no... cualquiera diría que les mueve la ambición y los beneficios personales. En realidad no debería sorprendernos el hecho de que dentro de una estructura compleja como son los partidos haya luchas intestinas de algún tipo. Al fin y al cabo somos competitivos y siempre pretendemos progresar. Lo que pasa es que a la actividad política en democracia se le suponen valores que se ven muy perjudicados con ciertos comportamientos.
Los estadounidenses están ahora también en pleno proceso de confección de listas. Eligen los nombres que optarán a la presidencia del país. La diferencia con España es que allí lo están haciendo ante la opinión pública y pidiendo la opinión de los ciudadanos.
En cambio aquí la elección de las personas que optarán al parlamento se sigue produciendo en la oscuridad de los despachos y de las organizaciones. Al final lo aprobará una asamblea, pero con lo visto y oído en los últimos días cuesta entender que ese órgano tenga poder real o efectivo. Más bien parece que sólo están para oficializar lo que se decide en un despacho. Y muchas veces ni nos enteramos de los posibles debates. Eso, dicen, queda sólo para los integrantes del aparato del partido. Y claro, suena todo tan secreto que no es extraño que los ciudadanos de a pie recelemos.

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