¿Habéis leído el artículo que el derrochador y poco querido por los de su propio partido alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, ha escrito sobre Israel en El País?. Recomiendo encarecidamente su lectura porque merece la pena. Estoy muy de acuerdo con él y, de hecho, hemos coincidido en el tema que yo también he elegido para mi artículo semanal:
Observo con inquietud como se extiende una corriente de opinión cada vez más negativa ante el Estado de Israel y, de forma aún más preocupante, sobre los propios judíos. Noto el hastío y el rechazo en los comentarios de mis compañeros o amigos a nivel muy particular, en un debate que, cada cierto tiempo y motivado por episodios concretos, surge de forma insistente.
Pero, ¿por qué en la sociedad internacional está calando la sensación de que las culpas recaen sobre Israel en un conflicto difícil de simplificar, enquistado en un avispero de intereses cruzados?.
Yo creo que es por ir de matón intocable. Porque a la mayoría nunca ha caído simpático el que no solo parece poder hacer lo que quiere y lo hace sin miramientos sino que, además, siempre sale indemne de sus actos.
La credibilidad de Israel como proyecto de futuro mengua con cada una de sus acciones de guerra sin atender a las más básicas reglas de los países civilizados, con cada día que pasa de incumplimiento de los mandatos de Naciones Unidas por los que mantiene con derechos restringidos a todo un pueblo ocupado o, además, con cada una de las excusas exculpatorias de sus países amigos mientras, al mismo tiempo, se muestran inflexibles con otros países.
No siempre puede valer la excusa del victimismo. Porque para ser respetado también ha de demostrarse cierta moral al hacer frente a los ataques, por muy duros que estos sean. Y ser un país democrático y enfrentarse a fanáticos y dictadores no debe dar vía libre para todo.
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