jueves, 14 de abril de 2011

Artículo: Inacción es bendición

Muchos asistimos con expectación, en estos días, a los actos de presentación de las candidaturas políticas municipales. Somos los que creemos y amamos la democracia más pura, la que se construye desde las bases. Porque, para muchos entre los que me incluyo, el espíritu tanto de lo que debe ser un político como de lo que esperamos que sea la relación entre el gobernante y el gobernado está en lo local.

Así, lejos en un principio de los núcleos de poder del partido, la vocación de servicio al ciudadano se muestra con más relevancia que el condicionamiento a la estructura de la organización o que la postura en beneficio de la propia carrera en las instituciones. Y, en cuanto a las relaciones entre el gobernante y el gobernado, lo local permite una relación más directa, cercana y, sobre todo, participativa.

Es una pena que ese espíritu de real democracia que emana de las bases, no se desarrolle dentro del propio partido. Parece que la aportación de la mayoría de los militantes se circunscribe al ámbito en el que se encuadran dentro de la organización y que poco más pueden hacer que opinar o trabajar en ese ámbito, a no ser que se les requiera expresamente, y por iniciativa de las instancias superiores, para tomar decisiones puntuales, generalmente en forma de votación.

Solo así se entiende que, ante escándalos tan dañinos para la política y los políticos como es la postura insolidaria e insensible de los eurodiputados a la hora de rebajar sus privilegios, las bases de los partidos estén convencidas de que poco o nada pueden hacer al respecto. Alejados de lujos y privilegios y obligados a pelear 'cuerpo a cuerpo' y 'en la arena' por cada una de sus creencias, ellos mismos dicen que no se debe juzgar a todos los que hacen política por unos pocos. Pero de lo que no se dan cuenta es que, con su inacción al respecto, dejan hacer y bendicen tanto las malas acciones como las respuestas fariseas de sus compañeros. Que pena.


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