Hay capitanes y capitanes.
Por un lado está el del Titanic, el John Smith. Un tío serio a primera vista. Que impone, todo recto, con esa barba... Porque hay que imponer un poquico para llevar un barco con capacidad para más de 4.000 personas. Al fin y al cabo, durante lo que dura el crucero representa los destinos de más personasque la mayoría de los alcaldes de Aragón. Y ahí que ser pelín responsable para navegar por ahí, que uno nunca sabe cuando hay un risco.
Puede aparecer de repente, porque flota y nunca se sabe donde está, como el iceberg del Titanic. Pero los peñascos que siempre han estado ahí, pues parece mentira que si uno es capitán no sepa cómo sortearlos. Claro que el capitán italiano del Costa Concordia no era el del Titanic. Al menos imponer no imponía mucho, y parecía hacer más vida de artista que de persona responsable. ¡Qué dicen que el tío se marchó del barco sin preocuparse de gritar aquello de "mujeres y niños primero"!. Es lo que tiene el dar a cualquiera un carnet de barco.
Menos gomina y más barba bien recortada, por favor. Que esto de conducir un barco es cosa seria. Eso sí, a mi no me van a pillar por ahí, que yo si que noto cuando se mueve y no puedo dejar de apoyarme en las paredes.
Con todo el respeto para las víctimas... Pero es que lo ocurrido con el Sr. Capitán del crucero tiene güevos...
1 comentario:
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