miércoles, 21 de noviembre de 2012

El indignado

Me declaro muy indignado. Es un sentimiento que me enerva y me corroe por dentro. Y ya no creo que exista nadie verdaderamente capacitado para solucionar esto, del mismo modo que me cuesta encontrar alternativas a las que sumarme. Quiero movilizarme más de lo que lo hago, pero tengo la certeza de que no va a servir para nada. Me apena, pero así me siento. Menos mal que, más allá de todo lo que me indigna, están esos momenticos con los míos... Ellos son la única cosa en la que tengo cierta esperanza. Ni siquiera en mi capacidad, no creo que sea determinante, ni mucho menos...

Con toda esta mierda rodando por mi cerebro, es normal que lleve semanas escribiendo sobre las mismas cosas en los artículos del periódico La COMARCA. El título de mi columna es 'La chispa', pero creo que debería llamarla 'El indignado'. Aquí va un ejemplo:


DESGARRADOR
La crisis/estafa mostraba su cara más desgarradora con una noticia que convertía en meras tonterías los debates identitarios, las trifulcas parlamentarias o los índices monetarios y financieros. El suicidio de un ciudadano en Granada, agobiado económicamente y a pocas horas de ser despojado de su vivienda, situaba en primera plana, POR FÍN, la situación cada vez más desesperada de muchas personas que ya no pueden hacer frente a los rigores de una crisis cada vez más profunda.


La propagación de una noticia de este tipo, hasta ahora muy desapercibidas en los principales medios de comunicación, provocó que inmediatamente se conocieran otros casos parecidos. Somos testigos, cuando no protagonistas, de historias muy duras, con nombres y apellidos. Y esas imágenes y testimonios de lamentos, de lloros y temores expuestos, nos hacen ser todavía más conscientes de que la crisis es mucho más que números y reuniones al más alto nivel, que está acabando con toda una sociedad y una forma de vivir.

Quiso la casualidad que los otros protagonistas de la historia, los que hacen el papel de malos, fueran también noticia al mismo tiempo. Supimos que, hasta ahora, el 90% de las ayudas públicas contra la crisis habían ido para los bancos que ejecutan sin piedad cientos de desahucios cada mes. Ni el hecho de sobrevivir gracias a los impuestos que pagamos todos los ciudadanos ablanda los corazones de Don Dinero, que acumula en su haber casos vergonzantes, muy alejados de conceptos como la comprensión y la justicia social.

Y la mayoría de nuestros representantes políticos, mientras tanto, siguen sin saber qué es lo que tienen que hacer.  
Foto de Reuters

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