lunes, 7 de abril de 2014

Articulo: A la carrera

Los que ya lleváis años leyéndome sabéis que, aunque piense que escribir de ciertos asuntos y nombrar a algunas personas no es nada beneficioso para uno mismo, no puedo dejar de entrar al trapo de la actualidad más vergonzosa. Más aún si es la expresión de la descomposición de una casta, la de la alta política, que ya no está sirviendo a nada ni a nadie. Porque si toda una presidenta de partido que, supuestamente, ha dedicado su vida al servicio público se siente con fuerzas para huir de la policía derribando la moto de uno de los agentes en el camino, que no se atreverá hacer con gente como yo, un “mindungui” acogotado por la crisis que nos rodea.

El escándalo “Espe a la carrera” es todo un ejemplo de los males que acucian a nuestro sistema político, en manos de las mismas personas y familias desde hace décadas. Muestra descarnadamente el desapego de los dirigentes a la sociedad real, quizá el más absoluto desconocimiento, provocado por décadas de vidas bajo el prisma de asesores pelotas, en el universo protegido de unas instituciones cada vez más cerradas a los ciudadanos, donde el dinero contante y sonante apenas se usa porque todo lo pagan otros o los precios de lo básico nunca responden a lo que hay en la calle. Los que son jóvenes están en la alta política porque llevan décadas reproduciendo los esquemas de los que se retirarán cuando se jubilen. Ni siquiera los nuevos consiguen despegarse de una estructura de poder y de incentivos que atrapa a base de privilegios.


Y entonces llegan los discursos paralelos propios del que vive en otro mundo. Como la defensa de los agentes de la ley bajo cualquier concepto hasta que le tocan a uno. Entonces ya no todos son buenos. Y los que aún tenemos la suerte de no estar “partidariamente” contaminados, escuchamos y vemos y nos debatimos entre si reírnos o auto exiliarnos.

Viva el humor de la gente

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