Es curioso como en una sociedad tan complicada como es la de Bilbao y sus alrededores, una figura concita tanto consenso y sentimientos tan comunes. Se trata de un muñeco, una mujer con las manos en alto llamada Mari Jaia (Mari fiesta en castellano) que aúna voluntades en un único objetivo: disfrutar.
Para saber más de Mari Jaia, a la wikipedia.
Igual que puede ocurrir con Celedón en Vitoria, el torico con pañuelo en Teruel o el Cipotegato en Tarazona, es un símbolo de la alegría y la diversión. Su propia presencia incita a disfrutar sin preocupaciones y es curiso como, en su presencia, disfrutamos como de forma inconsciente.
Todo este cóctel de sentimientos festivos focalizados hacia Mari Jaia se une a una canción que, al repetirse cada dos por tres, hace saltar a la gente como si fuera el último éxito del verano.
Es un factor más de unas fiestas que, al contrario de lo que ocurre en ciudades como Zaragoza, sigue ocupando la calle, el centro de la ciudad, y que apuesta por la participación de todos.
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