viernes, 8 de enero de 2016

En año nuevo se lleva lo clásico


Las campanadas siguen siendo de La 1, pese a Pedroche

Potentes campañas de promoción y el eco en los medios sociales alimentaron dos temas recurrentes alrededor de las campanadas de nochevieja: cuál iba a ser el vestido de Cristina Pedroche en Antena 3 y la posibilidad de que los presentadores de Cámbiame presentaran en ropa interior en Tele 5. Las incógnitas sobre el vestuario pretendían ser, así, el “gancho” del último programa del año en las grandes cadenas privadas. 

Pero, al final, el premio de la audiencia se lo llevaron los de siempre. O mejor escrito, la de siempre. Porque Anne Igartiburu representa, en La 1, la esencia de las campanadas en este país. Aunque el renombre sea para Ramón García y sus capas, es la presentadora vasca la que lleva más de una década dando la cara en ese momento. Casi siempre con trajes rojos, por cierto.


Anne Igartiburu y sus trajes rojos con el "partenaire" de este año.

A Igartiburu cada año le acompaña un hombre distinto, pero el resultado es el mismo. Con su estilo sobrio pero seguro, ha conseguido mantener siempre el primer puesto en la dura competencia de esa noche. Ninguno de los experimentos de las cadenas rivales ha conseguido desbancar a la primera cadena pública, ni siquiera presentando en ropa interior o enseñando mucho cuerpo. Y eso que la audiencia de Antena 3 se elevó notablemente este año con el vestido de Cristina Pedroche. 

Pero aún con el traje de fantasía de la Pedroche y la lencería de los presentadores de Sálvame, La 1 ha conseguido incluso aumentar el seguimiento respecto a años anteriores, por encima de los seis millones de telespectadores. Éxito redoblado que muchos relacionan ya con la presencia de García e Igartiburu en el programa de Bertín Osborne la noche anterior y, por supuesto, la apuesta segura de José Mota como “punta de lanza”.


El publicitado vestido de Cristina Pedroche no pudo con Igartiburu


La Filarmónica de Viena, el primer éxito del año


Si en las noches de fin de año son costumbre las verbenas televisadas, galas en las que el público parece disfrutar de lo lindo con cava y confetis entre las mesas mientras por el escenario pasan estrellas patrias de la canción y el humor, durante las primeras horas del 1 de enero son cita obligada los saltos de esquí desde Alemania y el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. 

El encuentro deportivo ya ha salido de la agenda de muchos, que no tienen la posibilidad de verlos en el canal Eurosport. Pero, al menos, TVE sigue pagando por los derechos del concierto vienés. Que, además, alcanza extraordinarias cifras de audiencia en los últimos años. Un 28% de cuota de pantalla alcanzó este pasado 1 de enero. 

¿Por qué una retransmisión de música clásica, que pasaría casi desapercibida en cualquier otra circunstancia, se ha convertido en el primer éxito de audiencia del año? Primero por la tradición. Porque somos seres de costumbres y nos dejamos llevar por estas cosas. Por eso “lo de siempre” es buena apuesta. Y por eso siempre tendrán buena audiencia los encierros de San Fermín o la cabalgata de Reyes, porque es lo que hay que ver. 


El concierto de Año Nuevo es un gran espectáculo

Pero el concierto da, también, el espectáculo necesario en televisión. Aunque, a priori, no sea el acto más simpático y divertido del mundo, el buen director y el buen realizador consiguen darle ese "punto diferente" que ahora promociona Cuatro. Porque siempre hay distintas formas de hacer las cosas y hay que reconocer que el equipo que organiza este concierto lo hace muy bien. No en vano han conseguido, en el 75 aniversario de su celebración, que se transmita en más de 90 países para 50 millones de telespectadores.

Habría que ver que pasaba si a los conciertos de la orquesta de RTVE se les diera algo más de promoción, una idea diferente y mejor cobertura. ¿Conseguirían mejores datos de audiencia? ¿O sólo es por tradición?

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