domingo, 15 de mayo de 2016

Las quejas post Eurovisión


Es lo típico. Cuando acaban los cantos y se apagan las luces (que este año han sido muchísimas, por cierto), empieza el debate sobre las votaciones de Eurovisión. No recuerdo si fue siempre así. Lo cierto es que cada vez los finales se parecen menos a lo que eran y es casi imposible escuchar el "Royaume Uni", o Reino Unido en francés, que durante mucho tiempo simbolizó en España el gran espectáculo musical por excelencia. 


¿Os acordáis cuando se daban todos los puntos y en inglés y francés?



Es curioso, pero el concurso de canciones goza hoy en día de una salud envidiable. Pese a que la sociedad cambia, que la geopolítica es complicada o que los hábitos de consumo se alejan de la televisión convencional, el éxito de Eurovisión está en un nivel similar o mayor que cuando ganaba ABBA. Hay que reconocer que la UER, la Unión Europea de Radiodifusión que agrupa a la televisiones públicas del continente y alrededores, ha sabido adaptarse a los tiempos. 

Con una amplia y efectiva presencia en Internet, el fenómeno eurovisivo se apoya hoy en fans apasionados. Se relaciona con valores como la libertad y la concordia entre los pueblos e incluso con la lucha contra la homofobia. Las sospechas de amiguismos y tongos no consiguen rebajar esa popularidad. Incluso la alimenta. Ni siquiera la escasa ambición artística o decisiones cuestionadas como la de invitar a Australia paran el entusiasmo popular.


Los fans eurovisivos son legión.


Ahora nos quejamos mucho del puesto 22 de Barei en Estocolmo. El delegado de RTVE ha pedido oficialmente, de nuevo, cambios en el sistema de votación. Pero, seguramente, volveremos a emocionarnos de nuevo en unos meses para elegir a nuestro representante. Y volveremos a preguntarnos qué es lo que tenemos que hacer para ganar. Tomaremos decisiones y, posiblemente, fallaremos. 

Yo soy de los que cree que, aunque lo del televoto de esta última edición ha sido poco estético, en esencia el sistema es justo y las acusaciones infundadas. Se dice que los países del Este se votan entre ellos, pero los últimos ganadores han sido Austria y Suecia. Se acusa a los países pequeños de menospreciar a los grandes y privilegiados, pero Francia ha quedado este año en sexta posición. Se dice que siempre triunfan canciones cantadas en inglés y este año, justo cuando sucumbimos nosotros, gana una canción cantada en parte en tártaro. 



¡Qué montón de luces pusieron los suecos!


Al final en lo más alto del top están las que más gustaban. Estaremos de acuerdo o no, pero las primeras son las canciones de las que todo el mundo hablaba antes de la gala. Incluso en el caso de Australia.

Quizá somos nosotros los que no estamos entendiendo lo que pide el público de Eurovisión. Posiblemente fallamos con la puesta en escena (yo hubiera potenciado el movimiento de los pies al estilo del video clip, con gente bailando de esa forma por todo el pabellón) y deberíamos potenciar más nuestra marca desde el principio. Sólo son ideas...

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