domingo, 29 de junio de 2008

Evolución

Hoy puede ser un gran día. Y no sólo porque España gane la final de la Eurocopa. Más bien lo que importará será lo de después: la celebración, la fiesta en la calle a modo de una nochevieja adelantada. Seguro que todos somos, futboleros y no, la mar de felices, contagiados de alegria durante un buen rato. Aunque yo estoy de vuelta del fútbol por culpa de un equipo simplón al que, encima, quiero que se llama Real Zaragoza, voy a pasármelo bien esta noche. Porque me da la sensación, además, de que estaremos escribiendo la historia.


Por cierto que, cuánto han cambiado las cosas en este país desde que, en 1964, España ganase su primera y única Eurocopa. Mirando las fotografías que hice con mi nuevo móvil en la excursión del pasado fin de semana a la Sierra de Guara, me he dado cuenta que posiblemente hubo gente que disfrutó de aquella final en el pueblo de Otín, hoy completamente abandonado.


Después de la hora y media en patrol que nos costó llegar hasta allí, no puedes dejar de pensar en cómo debía ser la vida para los que vivían allí, en la España gris de la dictadura. Y entiendes lo complicado que debía ser, en las condiciones de las que he sido testigo, sobrevivir.
En el camino hacia Otín, sabiamente guiados por Hugo, uno de los forestales del parque, encontramos un par de pueblos con apenas 4 o 5 habitantes. Y cuando hablas con alguno de esos últimos habitantes sabes que están inevitablemente abocados a marchar de allí. Y, además, nadie ocupará el lugar que ellos han dejado.


En esa suerte de excursión por el Aragón que, inexorablemente, desaparece para convertirse en otra cosa, nos recargamos de vida abrazando a los que, si la tragedia en forma de fuego no lo evita, aguantarán allí durante otros muchos años. Robles gigantescos que crecen aún, hoy, en las cercanias de lo yermo y abandonado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribiendo la historia dice...lo del futbol en este pais es de coña...me aburroooooooo...