Todos hemos perdido el móvil alguna vez, me dijo Bea. Para mí era la primera y encima sin estar ni medio chispa. Pero comprobé, asustado, mi dependencia. Sin contactos, sin posibilidad de comunicación con muchos de los que eran mis amigos... La experiencia me aconseja volver de nuevo a la fórmula del papel y el boli para guardar los teléfonos que, hasta ahora, tan sólo guardaba en la memoria del aparatico.
Ahora ando recopilando números y contactos, pero seguro que pierdo la mitad. Sobre todo esos que he ido recogiendo en noches de amistad duradera alrededor de la fiesta y que nunca llegue a utilizar pero que ahí estaban, por si acaso. El correo electrónico se ha revelado como la fórmula para volver a contactar con muchos de ellos. He hecho un llamamiento para que me manden el número de móvil. Y en este proceso, admito, tambien estoy notando cierto filtro preocupante (¿será esta una forma de medir el número de amigos que tengo?).
Menos mal que hay gente como Paquita que en lugar de mandarme un teléfono me hace una guía. Siempre ha sido una mujer muy previsora, muy de recursos. Gracias.
Por cierto... ¿cómo vivíamos antes sin el móvil?. He aquí el nuevo, comprado apenas un día y medio después de la pérdida del viejo con la ayuda de los benditos puntos. Una hora y media con Fernando y una simpática joven abriéndome cajas y cajas sin parar y elegí esto... ¡Ojo! No acepto comentarios sobre la idoneidad o no de dicho aparato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario