Mientras media España se mueve por carreteras heladas o bajo los rigores de un clima frio y otro cuarto está atrapada en los aeropuertos en lo que parece ser el último coletazo de un colectivo, el de los controladores, que merece la derogación de todos y cada uno de los privilegios que les hacen creerse merecedores de toda nuestra atención, yo me quedo donde estoy.
Me da mucha pereza coger el coche. Cada día más. Y más cuando hace frío o hay amenaza de hielo. No me gusta conducir. Y eso es un problema en este país, o más bien en esta comunidad autónoma, donde la red de transportes públicos es precaria.
Ummm... ¡con que cariño recuerdo el tiempo en el que vivía en Madrid y apenas cogí el coche cuatro veces en dos años!.
Por quedarme aquí me he perdido un par de cenas de amigos. Pero siempre se ha dicho eso de que quién algo quiere, algo le cuesta... Y a mi hoy me cuesta. Mucho!!
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