Desde ayer, mi primer día de San Isidro en Madrid, comparto mi pequeño estudio de unos 20 metros cuadrados con mi madre y su amiga Araceli, que es casi como mi tía. Y es que ambas me habían trasladado su ilusión por conocer lo que estoy haciendo y ver algún programa de TV, así que las he invitado a pasar unos días conmigo, aunque sea apretados. La cuestión es que ayer tuvimos un día intenso que culminaba por la noche en una cita más que inesperada y que me impresionó mucho, no sólo porque creía perecer, sino porque me produjo un cambio de perspectiva.
Me refiero al concierto de la Pantoja en la Pradera de San Isidro. Hasta allí acudimos animados por el fanatismo que profesan hacia la cantante mi mamá y la amiga. Por momentos temí lo peor. Éramos zarandeados por miles de personas que se apilaban alrededor del escenario y que incluso se dedicaban entre sí no pocas lindezas por un espacio desde el que ver a Isabel.
Descubrí, alucinado, la legión de seguidores que tiene la Pantoja y su variedad. Pensaba encontrarme un concierto lleno de gente madura y descubrí no pocos jóvenes canturreando y excitados por la presencia de la folclórica. Y no eran o parecían todos gays, que va. Llegué a ver algun fanático con pinta de Latin King o incluso haciéndose porros.
Si en aquel momento pasa por allí Jorge Javier Vázquez, hubiese sido aplastado por la turba de incondicionales. Hubo momentos en los que pasé miedo. De verdad...
2 comentarios:
Impresionante narración, me has dejado con los pelos de punta.
Muchos fans gays de la Panto se hicieron de Falete tras su romance con ese que ahora está en la cárcel. Esta Isabel tiene una vida de telenovela, con rollos lésbicos y todo ;)
Media España desea que alguien parta una pierna a Jorge Javier Vázquez.
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