martes, 13 de octubre de 2009

Amenazas y reacciones

¿Es capaz el ser humano de sobrevivir ante una amenaza global?. ¿O nuestro destino será inevitablemente la casi completa extinción, como se nos muestra en la mayoría de las recreaciones fílmicas, televisivas y literarias?. Parece que, si es así, nuestra imperfecta naturaleza tendrá la culpa. La irracionalidad inherente, que posiblemente es también la causa por la que nuestra especie ha llegado a ser dominante, se convertirá en la razón de nuestra destrucción.


La extensión de una enfermedad contagiosa, por ejemplo, difícilmente se atajaría si repitiéramos los modelos de comportamiento de los protagonistas de las ficciones que reflejan semejante suceso. Según devoramos las páginas del libro o asistimos a la proyección desde la butaca, nos removemos en nuestros asientos preguntándonos: ¿pero por qué entra ahí?, ¿por qué se acerca a ella si está contagiada?, ¿por qué no lleva siempre la máscara puesta?... Pero, pensémoslo friamente, ¿seríamos capaces nosotros de imponernos la férrea disciplina que se requeriría en estos casos?. ¿Podríamos olvidarnos de los lazos afectivos para sobrevivir?. ¿Acabaríamos matándonos entre los sanos por la codicia y la desconfianza?. De hecho, ¿cuántos se lavan más las manos desde que existe la gripe A?.

Una de las plagas más destructoras, afortunadamente fantástica, a las que se ha enfrentado en la ficción el ser humano es la del ataque zombie. Gracias a los libros y las películas hoy sabríamos perfectamente las fórmulas con las que hacer frente a tal situación. Pero, si nos encontrásemos en la realidad en un caso de manual de ataque zombie, ¿cuántos muertos habría antes de que nos impidiera actuar nuestro propio escepticismo?.


1 comentario:

Anónimo dijo...

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