Las palabras de arriba, que no están asesoradas por sociólogos ni responden a realidad fundada, enmascaran una afirmación directa: el morbo vende. El dolor ajeno, la muerte, la depravación… Es la realidad que, de verdad, toca la fibra que nos hace temblar. Y quizá sirva alguna de las anteriores razones para explicar lo, en ocasiones, inexplicable.
Los medios de comunicación son conscientes de qué es lo que más vende y por eso exprimen asuntos como éste, antes de que se enfríen, para engordar las cifras de audiencia.
Por desgracia todo vale. Entrevistar a jóvenes impactadas de 14 años, quién sabe si engordando la cuenta bancaria de sus padres. Utilizar la nota manuscrita dejada a una vecina para analizar la forma de ser del asesino confeso. O animar a los destrozados y, posiblemente, desorientados padres a aparecer en la tele contando que tal están (como si no nos hiciéramos ya una idea) ‘por el bien general’. Si lo dejarán salir un ratico, ¿quién sería el primero en compartir plató con el mismísimo asesino?. ¿Se dispararían las audiencias?. Nunca dejaremos de sorprendernos.
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