domingo, 14 de junio de 2009

Supernatural: El último sello

Ya he devorado en una tumbada los últimos tres episodios de la cuarta temporada de Supernatural (aquí Sobrenatural). Aunque el cliffhanger final no es tan impactante como la de las dos últimas temporadas (y muchos se preguntarán ¿a quíén le toca morir?), ha dejado la trama principal de la temporada en un punto álgido que, quizá, suponga el punto de partida de todo el guión del próximo año.


Quien vea a Supernatural disfrutará de entretenimiento del puro. Que nadie busque satisfacer altas pretensiones. No es Roma, no es Los Tudor, no es Los Soprano... Pero, a mí, me merece más la pena. La disfruto en cada uno de sus detalles. No sólo de esos que nos van dejando, a cuentagotas (a veces sólo una frase en un episodio), pistas de la trama principal (muy bien construída en esta cuarta temporada), sino de los que resultan especiales y que convierten a Supernatural (Sobrenatural aquí) en una serie de las que deben verse.



Siempre habrá episodios que nos sorprendan no sólo por su historia, que merecen mucho la pena si te gusta el fantástico y el terror, sino por su tratamiento. La galería de personajes que aparecen es de antología en muchas ocasiones, tanto que da pena que sólo sean episódicos, y, lo que más choca, es como siempre, por muy dramática que sea la cosa (que lo es), siempre hay espacio para el humor propio de los hermanos Sam y Dean y su especial relación.


Algún día me decicaré a recopilar esos momentos. Por ahora, preocuparos de echarle un vistazo. Si no tenéis satélite o no os apetece subtitulada, Cuatro ha prometido que pronto empezará a emitirla tal y como se merece. Así sea.


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