jueves, 17 de enero de 2013

La cuesta, más larga


La agenda periodística suele ser bastante repetitiva en el tiempo. Siempre existen y existirán los típicos temas estacionales, retomados de forma habitual. Asuntos como las rebajas y los consejos básicos a la hora de afrontarlas, la depresión post-vacacional después de los meses de verano o la guía de cuidados ante el peligroso sol del estío. Noticias ya escritas de año en año y relacionadas con los usos, costumbres y períodos propios de esta sociedad.

Así, este momento en el que estamos ha sido, tradicionalmente, el de la archiconocida “cuesta de enero”. Tras los fastos navideños, siempre llegó la hora de hablar del duro contacto con una realidad que iba a resentirse por el efecto que habían sufrido las finanzas familiares en las semanas anteriores. Entrevistas a pie de calle con sufridos consumidores, exhibiciones de amas de casa siempre dispuestas a mostrarnos como exprimen el presupuesto de la casa o conversaciones con gestores listos para darnos sus consejos, siempre hubo algo de esto en los informativos del mes de enero.


Pero ya no. Fíjense. En los medios de comunicación ya no se lee y escucha con tanta frecuencia “cuesta de enero”. En mi búsqueda he encontrado, de hecho, más referencias a lo deportivo que a lo económico. Y en esta acepción unido, muchas veces, a la palabra “peor” en un contexto amplio.


Y es que, desafortunadamente, la cuesta de enero ya no es sólo cosa de este mes. La continua bajada de las rentas del trabajo y el cada vez mayor riesgo de exclusión social que ha traído consigo la “crisis/estafa”, han trasladado la temida “cuesta” a cada mes del año. Cambia el contexto y, con él, también nuestra forma de ver la vida. Y quizá porque el consumismo navideño ya no puede ser exagerado, la cuesta ya no es tan grande. Y lo que antes era una cuestión especial, las dificultades económicas de muchas familias en enero, es hoy algo tan estructural que, desgraciadamente, se convierte en habitual.

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