martes, 13 de mayo de 2008

Artículo: Diplomacia Repugnante

A poca conciencia que uno tenga, hay puestos de trabajo que deben ser realmente incómodos. Es lo que le pasa a esos abogados que descubren las consecuencias de sus servicios a grandes empresas y ricachones sin escrúpulos, estilo 'Shark' o 'Eli Stone'. Se tienen que convencer entonces, cada mañana, de que es su trabajo. Pero, los que tienen conciencia, no pueden evitar sentirse mal por defender aquello que les repugna. Y sus acciones los van consumiendo, al menos hasta que no tienen la fuerza suficiente como para reaccionar, algo que no resulta nada fácil.

Hoy me pregunto si no ocurrirá algo parecido con los diplomáticos. Tienen que hacer de tripas corazón y relacionarse con individuos de dudosa calidad moral que, desgraciadamente para la civilización, han alcanzado el poder. Es precisamente ese poder, que ejercen con absoluto desprecio hacia aquellos a los que gobiernan, el que los convierte en valiosos interlocutores. Porque los países que dominan son su negocio, su particular empresa. Con ellos negocian y se hacen ricos, sin importarles el futuro del pueblo que vive junto a los recursos de los que se aprovechan.

Y la llamada sociedad occidental, de claros valores en el papel y tan oscuras estrategias en la realidad, buscan tratos ventajosos para sus economías. Negocian con los opresores, sin atender a la trágica naturaleza de sus ganancias. Es papel para los diplomáticos, que sonríen frente a los verdugos y miran a otro lado frente a las víctimas. Todo depende de lo que los poderosos puedan ofrecer o, en el caso contrario, se nieguen a dar.

¿Qué pasa con la gente de Birmania?. ¿Dónde están ahora los salvadores de patrias que invadieron Irak para liberar a un pueblo de la tiranía?. ¿O es que para ser salvados de la opresión los birmanos necesitarían tener petróleo que ofrecer?.


*Ilustración de Julio Castrejón

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