Bruselas, como capital del proyecto y sede de sus foros, es una ciudad de diversidad y convivencia en la que parece haberse asumido la existencia de la identidad europea.
Sede del Parlamento Europeo en Bruselas
Algunos periodistas aragoneses hemos sido testigos de todo esto gracias a la invitación del Partido Socialista Europeo y la Oficina del Gobierno de Aragón. Y me he dado cuenta de que es posible. Muy mejorable, pero posible. De que la Europa unida no sólo es un sueño, sino una gran oportunidad. Y he visto como muchos, en Bruselas, trabajan de forma incansable para que ser Europeo sea, definitivamente, una incontestable ventaja.
El 7 de junio tendremos de nuevo la oportunidad de elegir a nuestros representantes en el poder Europeo. Compondrán un Parlamento que ansía más poder. Que quiere poder superar los criterios de los Estados y de la Comisión y ser más determinante. Al fin y al cabo, el Parlamento es la única institución elegida directamente. La única que apela a la participación de los ciudadanos que deben ser la base de la deseada Unión. Porque el sueño no se convertirá en realidad si este proyecto se construye en las esferas más alejadas de la gente. Si no se educa en sus valores. Si los pueblos no se lo creen.
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